Reflexionando entre la pluma y la pared
Pocas veces me tumbo en medio del bosque y miro hacia arriba, a la luz que se filtra entre las ramas de los árboles.
Pocas veces para lo bonita que es esa sensación.
Esta foto no la saqué tumbada en el suelo, sino mirando hacia arriba, de pie.
Llegamos tarde a la floración de Cieza y me conformé con practicar mis nociones básicas de fotografía enfocando de lejos y de cerca. Saqué fotos a las pocas flores que había, muy de cerca para que no se notase que los árboles estaban prácticamente «desnudos». Para que pareciese que, en realidad, lo que quería fotografiar era esa flor en concreto.
Nada más lejos de la realidad.
La realidad fue que me adapté a lo que había y que me fastidió un montón haberme acordado tarde de que la floración de Cieza dura solo unas semanas. Es un espectáculo que la naturaleza nos ofrece durante un periodo limitado de tiempo. Como ese tatuaje que tiene mi amiga M. que dice que todo lo bueno dura solo unos instantes.
Y por eso hoy me inspiré con esta foto para escribir. Porque me encanta mirar hacia arriba cuando camino entre los árboles pero pocas veces me he tumbado a disfrutar de las vistas.
Pocas veces disfrutamos de los momentos pero muchas fotos sacamos, ¿no?
Nos acordamos de que llevamos la vida en el móvil y sacamos la cámara en lugar de respirar ese instante de felicidad. Ese ratito con los nuestros. Esas risas con amigos.
Mi amiga M. no estaba en Cieza, pero seguro que le gusta esta reflexión porque ella es mucho de momentos, de acordarse de aquella anécdota y morirse de la risa o de hablar de las cosas importantes mientras caminamos «porque así se piensa mejor, M., hazme caso». Y ella se ríe pero me sigue contando aquello.
M. solía estar en casa cuando yo volvía. Ahora que vivo en casa y no como un caracol, de ciudad en ciudad, casi nos vemos menos porque sabemos que estamos cerca. Porque a mí lo que me importa son los momentos que acumulamos durante toda una vida.
Porque con pausas muy largas y sin ese cansancio que a veces nos da la cotidianidad llevamos toda la vida viéndonos crecer y dándonos abrazos apretando mucho, de esos en los que te dejas romper porque estás en casa.
Todo esto para recordarme a mí (y a ella) que tenemos que vernos más.
Que así sea. Y si es caminando entre los árboles, mejor.
NOTAS AL PIE: en mareletrum corregimos todo tipo de textos. Si escribes, ya sabes dónde encontrarnos: mirando hacia la luz que se filtra entre las ramas.