Reflexiones entre la pluma y la pared
Recuerdo que no sabía hace dónde mirar aquel día.
Entramos en la biblioteca y me impresionó tanto que creo que no la disfruté como debería. Saqué fotos, muchas de las cuales no salieron bien, y miré hacia arriba porque había una segunda planta a la que no supimos si podíamos subir.
Me gustó ver esta escalera delante del ventanal y pensé que sería un encuadre precioso porque hay libros a izquierda y derecha, como si no pudieses escapar de las letras aunque subas las escaleras.
Yo no puedo escapar de las letras aunque no esté rodeada de libros. Me gusta escribir sin pensar y pensar que escribo cosas interesantes. Me gusta leer aunque no leo tanto como me gustaría. Y es que la vida está llena de contradicciones o es una contradicción en sí misma. Cada cual que decida si se contradice o si se encuentra constantemente entre decisiones contradictorias.
A veces juego con las palabras pero hay días en que las palabras juegan conmigo. Como cuando no sé qué decir en aquella conversación pero cuando me voy a dormir se me ocurren miles de respuestas mucho más acertadas que lo que casi no acierto a decir.
Últimamente leo más de un libro a la vez y eso me descoloca. Antes no lo hacía y ahora entiendo por qué: demasiados frentes abiertos. Y por primera vez estoy en grupos de lectura conjunta; uno más formal y otro más informal, con personas que han sido capaces de conectar conmigo en dos días, o yo con ellas. No me lo explico porque la magia es mejor así, sin saber demasiado.
Octubre ha sido un mes de primeras veces. Y noviembre pinta igual. La vida, que es maravillosa y me permite seguir evolucionando porque, si dejo de caminar hacia delante, dejo de ser yo.
Me ha pasado que, en ocasiones, la vida no me permitió dar pasos hacia delante y por una temporada yo fui otra persona: una que llevaba puesto el piloto automático y que estaba totalmente desconectada del presente. Viviendo en un pasado repleto de posibles futuros que no se podían dibujar porque, por supuesto, yo no era yo, y nadie más que uno mismo puede trazar el boceto del futuro que quiere.